El placer y la diversión
El placer se agota una vez conseguido y pide ser renovado de inmediato.
La diversión es una pompa de jabón: su estallido dura un segundo y luego no hay más.
Ambos tienen algo en común: no requieren esfuerzo, ni paciencia, ni un proceso.
Son instantáneos.
Y, convertidos en móvil focal de nuestros actos, son un objetivo neurótico.
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