domingo, 10 de noviembre de 2013

LO INMEDIATO


En la era del delivery, de lo instantáneo, del “llame ya”, de la inmediatez, de la impaciencia, es imposible prefabricar la alegría, producirla a medida, lograrla a voluntad. El monje benedictino alemán Anselm Grün, un versátil e incansable explorador del alma humana, lo dice de una manera sencilla (en su libro La verdadera felicidad): “No es posible decretar la alegría. Ella es la expresión de una vida plena. No puedo ansiar la alegría por sí misma, pero sí puedo intentar vivir mi vida con todos los sentidos. Entonces tomaré contacto con la alegría que hace tiempo se encuentra en mí”. Suele ocurrir con la alegría lo mismo que con la libertad, con la felicidad o con el sentido. Se los busca afuera, se los pretende ya hechos. Queremos que nos sean dados; olvidamos rastrearlos en donde habitan: en nuestra interioridad, en nuestra consciencia. Buscamos los anteojos que llevamos puestos y nos enojamos o desalentamos porque no los encontramos o porque no viene alguien y nos los alcanza.

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